After / Alberto Rodriguez
Hay una canción que me hace sentir como en una carretera, una carretera muy larga y que de a poquito va dejando a su paso a un pueblo, a un pueblo en el cual viví mucho tiempo atrás.Dentro del carro, está otro sujeto, alguién a quién yo le he dado el título de ser El amor de mi vida, lleva puesto un disco de música de los 90tas, rock en lo peculiar, me cuenta sobre que quiero comer, y sobre si me gusta el paisaje, siempre respondo que me gusta mucho, que me gusta mucho ver lo que hay cuando viajo en carretera, y más si es en un auto con poca gente, y pocos silencios de cosas que no conozco. Cuando prendo un cigarrillo no solo en esos autos, si no cuando estoy a pie, siempre evoco fantasmas como el de los ex-amores, o el de tardes con los colegas en la plaza.
Allí cuando todo parece posible, y lo es, pero con un toque de incertidumbre, pues para todos el futuro es incierto, nadie sabe a donde parará. Para esos remedios típicos de un veinteañero como uno, caminar y escribir son remedios fáciles para no malviajarme tanto, ahorro un poco de imaginación en las letras, pues allí reside mucha de mi locura, y más en éstos momentos de mi vida, en donde todo parece tan bien, pero de momento, como una chispa de imaginación, logran llegar cosas que me recuerdas que también tengo recuerdos de personas que me hacen sentir un poco triste, o simplemente un poco desilucionado. Luego pongo a oir un poco de Blues, y de música rara para conciliar cosas, todo en mi vida es una mezcla entre muchas conversaciones, música, y mucho mucho rock, de ese que el amor de mi vida pone siempre que viajabamos a algún lado del mundo.
Luego me pongo como loco a correr, con música británica, como Ian Brown, o Franz Ferdinando. Suena mucho Take Me Out, y mucho su letra que termina siendo una descripción apologica de las escenas cotidianas de éstas vacaciones. Los viernes trabajo para El Pregonero, la publicación que tuvo la premiere de tener la primera nota publicada en mi carrera como seudo-periodista, aquél febrero del 2008 donde escribí una nota sobre "Closer", una película que como diría mi jefe "Es de amor"... Para entonces, he cambiado mucho la forma de escribir y comunmente los patrones que utilizo para redactar y relacionar no solo las cosas que me existen en mi vida, si no las que miro, y veo en esas realiades, a veces alejadas de mi vida o a veces muy cercanas.
Otro ritual que comùmmente hago con ayuda de los cigarros, es irme de vago por las noches con los colegas a fumar, porros y rayar paredes, viajar a los suburbios más bajos de la ciudad y descubrir cada morcilla y gente bizarra, con lenguajes e historias que no solo te loquean, si no también te hacen fulminar que somos un gran mosaíco de gente un poco torpe con ganas de contar siempre algo. En esas épicas contiendas de descubrir a mi pueblo, Misantla, siempre termino desconociendo a la gente, o a lo que sucede. El tabaco se te sube a la cabeza, la memoria se te borra, y de repente de un lugar urbano y lampiño de toda civilización educada, te vas al getto, allí donde uno creció y vió de todo, gente loca de la cabeza, y personas con un poco más de cerebro que cuerpo. Vendedores de Crack, muchachas golpeadas, algunas casadas y otras embarazadas, compañeras del colegio con muchos planes que surjieron para ellas. Así son los viajes que se tornan de un sitio a otro, como mucho que contar.
Así como hay noche, fumar es comùn de día, a veces cuando hay sol, a veces cuando hay frío. En verano el aire es tan sencillo, es tán tímido pero siempre es fresco, renovable y seductor con sus cosquilleos, y surjen más pláticas después de trabajar, y después de estar en esos ratos de locura, bailando y meneando el trasero, el humo circula con una cerveza, o un poco de licor que nunca está de más, los veranos en Misantla, siempre solían ser calurosos, iba para todas partes en my bycicle, y un reproductor con música un poco marica, un poco ruda, un poco de todo. Allí concentraba toda mi atención en generar emociones que terminaran recordandome lo tan afortunado y suertudo que soy, por que al final, he creado mi propia felicidad con las cosas y pequeños pedazos que tengo.
Pero como soy un poco petardo, a veces se me olvida escribir y prefiero dejar que la vida siga, tomar un poco y soltarme, que tengo muy poco tiempo ahora en mi vida, para pasarla con la gente que me hace sentir bien, con mis colegas, amigos, familia y gente virtual que muy pronto conoceré.
Allí cuando todo parece posible, y lo es, pero con un toque de incertidumbre, pues para todos el futuro es incierto, nadie sabe a donde parará. Para esos remedios típicos de un veinteañero como uno, caminar y escribir son remedios fáciles para no malviajarme tanto, ahorro un poco de imaginación en las letras, pues allí reside mucha de mi locura, y más en éstos momentos de mi vida, en donde todo parece tan bien, pero de momento, como una chispa de imaginación, logran llegar cosas que me recuerdas que también tengo recuerdos de personas que me hacen sentir un poco triste, o simplemente un poco desilucionado. Luego pongo a oir un poco de Blues, y de música rara para conciliar cosas, todo en mi vida es una mezcla entre muchas conversaciones, música, y mucho mucho rock, de ese que el amor de mi vida pone siempre que viajabamos a algún lado del mundo.
Luego me pongo como loco a correr, con música británica, como Ian Brown, o Franz Ferdinando. Suena mucho Take Me Out, y mucho su letra que termina siendo una descripción apologica de las escenas cotidianas de éstas vacaciones. Los viernes trabajo para El Pregonero, la publicación que tuvo la premiere de tener la primera nota publicada en mi carrera como seudo-periodista, aquél febrero del 2008 donde escribí una nota sobre "Closer", una película que como diría mi jefe "Es de amor"... Para entonces, he cambiado mucho la forma de escribir y comunmente los patrones que utilizo para redactar y relacionar no solo las cosas que me existen en mi vida, si no las que miro, y veo en esas realiades, a veces alejadas de mi vida o a veces muy cercanas.
Otro ritual que comùmmente hago con ayuda de los cigarros, es irme de vago por las noches con los colegas a fumar, porros y rayar paredes, viajar a los suburbios más bajos de la ciudad y descubrir cada morcilla y gente bizarra, con lenguajes e historias que no solo te loquean, si no también te hacen fulminar que somos un gran mosaíco de gente un poco torpe con ganas de contar siempre algo. En esas épicas contiendas de descubrir a mi pueblo, Misantla, siempre termino desconociendo a la gente, o a lo que sucede. El tabaco se te sube a la cabeza, la memoria se te borra, y de repente de un lugar urbano y lampiño de toda civilización educada, te vas al getto, allí donde uno creció y vió de todo, gente loca de la cabeza, y personas con un poco más de cerebro que cuerpo. Vendedores de Crack, muchachas golpeadas, algunas casadas y otras embarazadas, compañeras del colegio con muchos planes que surjieron para ellas. Así son los viajes que se tornan de un sitio a otro, como mucho que contar.
Así como hay noche, fumar es comùn de día, a veces cuando hay sol, a veces cuando hay frío. En verano el aire es tan sencillo, es tán tímido pero siempre es fresco, renovable y seductor con sus cosquilleos, y surjen más pláticas después de trabajar, y después de estar en esos ratos de locura, bailando y meneando el trasero, el humo circula con una cerveza, o un poco de licor que nunca está de más, los veranos en Misantla, siempre solían ser calurosos, iba para todas partes en my bycicle, y un reproductor con música un poco marica, un poco ruda, un poco de todo. Allí concentraba toda mi atención en generar emociones que terminaran recordandome lo tan afortunado y suertudo que soy, por que al final, he creado mi propia felicidad con las cosas y pequeños pedazos que tengo.
Pero como soy un poco petardo, a veces se me olvida escribir y prefiero dejar que la vida siga, tomar un poco y soltarme, que tengo muy poco tiempo ahora en mi vida, para pasarla con la gente que me hace sentir bien, con mis colegas, amigos, familia y gente virtual que muy pronto conoceré.
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